En estos días me mantuve realizando informes de mi praxis
diaria, el desempeño de estudiantes universitarios que presentan dificultades,
las cuales se manifiestan impactando su rendimiento (promedio) académico y
llegué a una conclusión:
LA CUESTIÓN ES MULTIFACTORIAL.
Resulta interesante saber qué
factores son los “culpables” del no éxito de nuestros alumnos, parece ser que
todo, y todo es todo, radica principalmente en la inmadurez de los procesos
emocionales, comportamentales y neurobiológicos, siendo las funciones
ejecutivas las más complicadas de desarrollar, es decir, cuando los jóvenes
llegan a los ambientes universitarios no poseen la suficiente capacidad para
sobrevivir a estos, súmele que los docentes siguen replicando un modelo
educativo magistral desarrollado entre las décadas de los 60 y 70, los
estándares cada vez más gringos, cada vez más europeos, cada vez menos nuestros,
las políticas institucionales con sus mecanismos de calificación que siguen
disfrazados con un elegante vestido llamado evaluación integral y para ser la
guinda del pastel (o del pudín como se dice en Barranquilla) la mayoría tiene
que esforzarse para luego salir a trabajar, para luego salir a pagar el
préstamo educativo, además de eso agréguele un período lleno de cambios en
prioridades que cada vez nos acercan a algo temible y oscuro, el mundo adulto.
Nuestros ejércitos de jóvenes que
ingresan al sistema de educación universitaria deben contar con un cierto nivel
de organización y planificación, manejo de tiempo, toma de apuntes, adecuados
niveles de procesamiento de información, grandes reservas de memoria, saber
cuáles son sus puntos fuertes y débiles, entre otros; sin embargo aunque sean
características principales para el éxito, y aprecia que esta población por
razones de edad u otras no cuente con la suficiente autonomía y en algunos
casos madurez emocional y cognitiva para asumir y generar estas conductas
pueden que le lleven de manera expedita a la graduación.
Hay que tener algo claro y es que
en consecuencia de lo mencionado anteriormente
pueden aparecer las temidas y muy nombradas dificultades de aprendizaje,
las cuales pueden ser de TRES tipos:
A) Transitorias
o situacionales.
B) Moderadas
que pueden ser por afecciones madurativas.
C) Leves
y moderadas como secuela de los estudios escolares, las cuales se mantienen
latentes.
Recordando, pues, que no es sólo
en la época de instauración del proceso de lectura y escritura por allá en los
primeros años de educación primaria es donde solemos tener niños con
dificultades para cálculos, resolución de problemas, comprensión de lectura,
fatiga e hipotonía muscular, muchas veces estas sintomatologías son dejadas a
un lado cuando, aparentemente, el joven logra mantener su rendimiento académico
dentro de nuestros maravillosos estándares de educación regular y cuadriculada,
y ¡Oh sorpresa! Unos años más tarde ese es el chico que llegó a la universidad
y repite la materia 3 veces, 4 veces, se cambia de carrera, odia al maestro,
odia al mundo, etc. ¿Te resulta familiar? Posiblemente hayas estado una y mil
veces frente a ellos. Después de un tiempo de revisión teórica y práctica la
sintomatología asociada a las dificultades surge la pregunta ¿Qué hacer con las
persistentes apariciones de estas alteraciones tan frecuentes? La respuesta
podrá sonar obvia pero no es tan sencilla…
Desarrollar habilidades y destrezas cognitivas individuales y no
grupales (estandarizados, reglamentados, normativos).
Si desarrollamos estrategias y
les brindamos las herramientas suficientes podemos permitirles que se facilite
la funcionalidad cognitiva y ejecutiva requerida en el proceso de aprendizaje,
con énfasis principalmente en la función cognitiva llamada atención, ya que su
proceso sirve como mediador entre procesos internos (memoria, aprendizaje,
percepción, motivación) y los estímulos del medio.
La atención está fuertemente
ligada a la velocidad de procesamiento y en esa estación de relevo permanente
conocida como la memoria de trabajo, donde en mi concepto es la cuna del
aprendizaje significativo. El proceso atencional además de ser un proceso
neurobiológico es emocional, comportamental y actitudinal, por ello si se desarrollasen
simultáneamente habilidades visuales, espaciales y motoras ¡Eureka, has
mejorado el pronóstico de ese muchacho! Ya
que darán resultado en la focalización atencional en cada una de las
situaciones a las que el estudiante se enfrente.
La rehabilitación cognitiva suele
ser compensatoria o remedial, basta con saber
cuál es el nivel de severidad e incidencia de la dificultad para saber qué
tipo de tratamiento es necesario. Hay casos que con solo trabajar la
coordinación ojo-mano (proceso que debió darse en el momento del gateo en la
infancia) los resultados mejoran. Revise
cuál es el principal problema e intervéngalo mediante estrategias pensadas
individualmente, buscando siempre la funcionalidad y el éxito del joven.
TÓMATE TU TIEMPO PARA LEER... Y APRENDER.